De cómo el marxismo es la única tradición intelectual en la escena capaz de abarcar de forma integrada y fundamentada la totalidad de lo que es necesario comprender para entender y hacer frente a nuestro mundo. Helena Sheehan Por supuesto, muchas personas discuten muchas cosas, pero ¿las engloban en una perspectiva coherente? Muy a menudo, no. Hay una diferencia entre el pensamiento disperso y el sistémico, entre el eclecticismo y la síntesis, entre el pluralismo y el holismo, entre un revoltijo de nociones variadas y una visión coherente y global del mundo. Es el pensamiento sistémico, la síntesis, la totalidad lo que caracterizó el planteamiento de los teóricos mencionados y sigue diferenciando lo mejor de lo que se ha dado en llamar marxismo. La totalidad es un proceso continuo, no algo estático o acabado. El verbo totalizar, más que el sustantivo totalidad, capta mejor su proceso abierto, siempre en lucha. Es una actividad en vez de un objeto. Es una orientación hacia el todo, no una concepción finalizada del todo. Es una forma de pensar que se esfuerza siempre por comprender cada fenómeno dentro del todo palpitante y el complejo nexo de sus interacciones. Vivimos en una época de profunda decadencia, evidente en todas partes, desde la parálisis ante la crisis ecológica hasta la capitulación de los gobiernos, las universidades y los medios de comunicación dominantes ante el poder, pasando por muchas manifestaciones de enfermedades mentales masivas y el ruido vacío de los juegos de ordenador, la telerrealidad y el concurso de la canción de Eurovisión. Los síntomas mórbidos y los monstruos se multiplican. El capitalismo es decadente y, sin embargo, sigue siendo dominante. ¿Qué hacer al respecto? La primera prioridad es ver claramente la forma del conjunto. Lo siguiente es hablar y escribir sobre ello con claridad. Lo siguiente es organizarse en torno a ello. Los marxistas, desde el principio, han hecho esto, y ahora más que nunca es necesario hacerlo. Puede que seamos marginales en relación con las abrumadoras fuerzas de confusión y destrucción que se alzan contra nosotros, pero los márgenes no están en ninguna parte. Tenemos que habitarlos y salir de ellos. De lo contrario, la confusión y la destrucción seguirán incontestables. Debió de haber momentos en los que Marx y Engels se sintieron marginales a su época y a todo lo que estaba ocurriendo fuera de su control. No tenían ni idea de la tradición intelectual que perduraría y del poderoso movimiento que surgiría de sus esfuerzos. Tenemos que mantenerlo en marcha, sea cual sea el futuro que pueda surgir de él. Pulsa aquí o en la foto para bajar el ensayo completo en archivo pdf.
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