Stephen Sterling Nuestra capacidad para lograr un futuro habitable para todos depende de que podamos fomentar un grado de aprendizaje social sin precedentes. No hay cambio sin aprendizaje, ni aprendizaje sin cambio. Pero con lo que está en juego, el tiempo es preocupantemente corto. ¿Cómo podemos, con tanta urgencia, llevar a cabo un cambio de paradigma a gran escala? Los sistemas educativos formales tienen -o deberían tener- un papel fundamental en el proceso de aprendizaje social global que sustenta la Gran Transición. A primera vista, el reto parece sencillo. Si las políticas y prácticas educativas actuales no abordan suficientemente la sostenibilidad ecológica, social y económica, basta con hacer algunos ajustes y añadir algunas ideas clave. Trabajo hecho. Pero no es tan sencillo. Para que la educación sea un agente de cambio, ella misma tiene que ser objeto de cambio. Nuestros sistemas educativos están implicados en las múltiples crisis que tenemos ante nosotros y, sin un replanteamiento significativo, seguirán siendo agentes inadaptados de lo mismo, llevándonos a un futuro distópico que nadie desea. En las últimas décadas, nuevos movimientos han defendido una educación para el cambio social centrada en temas como el medio ambiente, la paz, los derechos humanos, el antirracismo, el multiculturalismo, los futuros alternativos y la ciudadanía global. Para ser sucintos, esta diversa constelación se denominará educación para la "sostenibilidad". A pesar de este conjunto de esfuerzos y de los valores comunes de justicia social e integridad ecológica, la fragmentación de la energía y los esfuerzos ha limitado el potencial de progreso significativo. Pulsa aquí o en la foto para bajar el ensayo completo en archivo pdf.
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