Ian Angus Durante la mayor parte de la existencia de nuestra especie, el pescado era capturado para ser consumido por los propios pescadores. "Es posible que intercambiaran pescado seco o ahumado con sus vecinos, pero no se trataba de comercio en el sentido moderno. La gente donaba comida a quienes la necesitaban, con la certeza de que los donantes necesitarían algún día la misma caridad." La pesca para la venta, más que para el consumo, se desarrolló junto con la aparición de sociedades urbanas divididas en clases hace unos cinco mil años. Llevar el pescado a pueblos y ciudades donde la gente no podía pescarlo por sí misma requería sistemas organizados de captura, limpieza, conservación, transporte y comercialización. Esto era especialmente cierto en el Imperio Romano, donde servir pescado fresco en las comidas era un símbolo de estatus para los ricos, y el pescado conservado en salazón era una fuente esencial de proteínas para los soldados y los pobres de las ciudades. Además de los barcos, se necesitaba una amplia infraestructura en tierra para suministrar pescado a millones de ciudadanos y personas esclavizadas. Para 1600 la construcción naval se concentró en unas pocas grandes empresas y “la industria pasó de ser una artesanía medieval a algo parecido a la organización fabril moderna”. Los trabajadores cobraban salarios diarios negociados con los gremios locales y debían cumplir un horario fijo. Mientras que los barcos españoles transportaban platay oro, un comercio paralelo que implicaba muchos más barcos y personas se desarrolló mucho más al norte. Los historiadores del capitalismo, incluidos los marxistas, han prestado muy poca atención a lo que Francis Bacon llamó "las minas de oro de la pesca de Terranova, de las que no hay ninguna tan rica". Incluso si se aceptan las cifras simplistas de Parkhurst, la flota de Terranova -compuesta por entre 350 y 380 barcos tripulados por 8.000-10.000 hombres- podría haber igualado con creces el comercio transatlántico de España con las Américas, que contaba con 100 barcos como máximo y 4.000-5.000 hombres en la década de 1570 -sus mejores años en el siglo XVI-..... Por aproximadas que sean, estas cifras demuestran que el golfo de San Lorenzo era un polo de atracción para los europeos al mismo nivel que el golfo de México y el Caribe. Lejos de ser una zona marginal explotada por unos pocos pescadores, el norte de América era una de las grandes rutas marítimas y uno de los destinos comerciales europeos más rentables en el Nuevo Mundo. Los historiadores “han subestimado enormemente la importancia económica histórica del comercio de pescado, que puede haber sido igual a la mucho más famosa prisa por explotar las minas de plata de los incas.” La Revolución del Pescado fue “un acontecimiento capital en la historia de la extracción y el consumo de recursos… [que] cambió de forma permanente la vida humana y animal en la región del Atlántico Norte”. Añade que “en el proceso se transformó el mercado más amplio del marisco, y la expansión marina de los humanos por el Atlántico Norte estuvo condicionada por importantes parámetros climáticos y medioambientales”. La Revolución del Pescado es uno de los primeros ejemplos más claros de cómo los humanos pueden afectar a la vida marina de nuestro planeta y de cómo la vida marina puede a su vez influir y convertirse, en esencia, en parte de un mundo humano en vías de globalización”. Espero que este artículo contribuya a dar una imagen más completa y demuestre que ningún relato sobre los orígenes del capitalismo está completo si omite el desarrollo y el crecimiento de la pesca intensiva en los siglos en que nació el capitalismo. Pulsa aquí o en la foto para bajar el ensayo completo en archivo pdf.
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