El Estado Ecológico

 

Erald Kolasi

El problema central de la economía es la escasez, o al menos así es como se cuenta la historia. El argumento básico es que tenemos deseos infinitos pero recursos limitados, y como no podemos tener todo lo que queremos, tenemos que idear necesariamente un sistema de distribución de bienes y recursos. Aparece la economía de mercado eficiente, con sus precios y salarios fijados por las fuerzas mágicas de la oferta y la demanda, los supuestos guardianes del almacén del nirvana económico. Hay un núcleo de verdad inadvertida detrás de esta narrativa. Los límites naturales imponen ciertamente escaseces absolutas imposibles de superar. Por ejemplo, sólo hay una cantidad de uranio en el sistema solar. E incluso si sintetizamos ciertas sustancias utilizando otras, la cantidad total que podemos producir seguirá estando limitada por la disponibilidad de las materias primas que entran en el proceso de producción. No podemos superar la conservación de la energía.

Aunque las limitaciones naturales de la oferta son importantes, la mayoría de las escaseces económicas que rigen nuestras vidas son en realidad sociales y artificiales. La oferta y la demanda no son fuerzas naturales que flotan en el aire; son realidades artificiales establecidas por un entorno social interactivo en el que participan gobiernos, empresas, instituciones y clases. Los ciclos de oferta y demanda son construcciones sociales diseñadas para responder a una pregunta básica: ¿Quién obtiene qué? Los que tienen el poder social e institucional deciden cómo quieren distribuir el dinero, el trabajo y los recursos, y los que no lo tienen deben sortear las limitaciones y los obstáculos resultantes que se les han puesto delante, o pueden desafiar al sistema y eliminar algunos, si no todos, los obstáculos. Especialmente en el capitalismo, la escasez artificial es una realidad social importante que atormenta la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, pero la escasez como factor natural de limitación de la actividad económica no es tan fundamental como nos gustaría pensar. En ese caso, ¿qué es?

El problema central de la economía no es la escasez, sino la estabilidad del flujo de bienes y recursos, y especialmente la estabilidad de las ecozonas que actúan como depósito de energía primaria de una economía. El objetivo principal de cualquier sistema económico debería ser garantizar la estabilidad y la sostenibilidad frente a las perturbaciones externa de la naturaleza, que siempre han desempeñado un papel dominante en el desarrollo de la historia de la humanidad.

La crisis ecológica es, en gran medida, un producto de personas, países y empresas muy ricas que explotan los recursos del planeta para su beneficio económico.4 El capitalismo depende de la degradación ecológica porque necesita extraer rápidamente grandes cantidades de recursos naturales, fabricar los productos correspondientes y luego mercantilizar el excedente resultante en los mercados de intercambio mundiales.5 Los capitalistas no pueden reducir rápidamente sus métodos de producción y distribución, que consumen mucha energía, sin poner en peligro sus tasas de beneficio. Dado que no se puede esperar que este nexo de corrupción limpie su propia suciedad, debemos recurrir a algo que sí pueda hacerlo. El Estado es la única institución social lo suficientemente poderosa como para frenar y restringir los modos económicos de alto consumo energético del capitalismo. Pero no es evidente cómo debe hacerlo. El establecimiento de un marco equivocado podría producir más desastres ecológicos. Esta es la cuestión central que se aborda en este artículo: ¿Cuál debe ser el papel del Estado en una sociedad ecológica?

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