John Bellamy Foster Tan extremo es el cambio en la proyección del poder de EUA, y tan grande la confusión que esto ha generado, que incluso algunas figuras asociadas desde hace tiempo con la izquierda han caído en la trampa de ver a Trump como aislacionista, antimilitarista y antiimperialista. Así, el desencantado izquierdista Christian Parenti ha argumentado que Trump «no es un antiimperialista en el sentido de la izquierda». Más bien, es un aislacionista instintivo que antepone los intereses de Estados Unidos», cuyo objetivo, «más que el de cualquier otro presidente reciente», es «desmantelar el imperio global informal de Estados Unidos» y promover una nueva política exterior «antimilitarista» «opuesta al imperio». Empero, lejos de ser antiimperialista, el giro global en las relaciones exteriores de Estados Unidos bajo Trump se debe a un enfoque hipernacionalista del poder mundial, basado en sectores clave de la clase dominante, en particular los monopolistas de alta tecnología, así como en los seguidores de Trump, en su mayoría de clase media-baja. Según esta perspectiva neofascista y revanchista, Estados Unidos está en declive como potencia hegemónica y amenazado por poderosos enemigos: el marxismo cultural y los «invasores» inmigrantes desde dentro, China y el Sur Global desde fuera, mientras se ve obstaculizado por aliados débiles y dependientes. La estrategia imperialista radicalmente nueva representada por la administración Trump, particularmente en su segunda llegada, se basa en la noción de "Estados Unidos primero". Esto constituye un rechazo del papel tradicional de EUA como potencia hegemónica mundial en favor de un imperio hipernacionalista de Estados Unidos primero. Una manifestación de ello es el ataque de EUA a las organizaciones internacionales sobre las que no tiene un dominio completo o en las que supuestamente soporta cargas desproporcionadas, como las Naciones Unidas o incluso la alianza de la OTAN. Además, las relaciones comerciales no se tratan tanto como procesos de intercambio mutuamente beneficiosos (que en realidad benefician principalmente a las naciones más ricas), sino más bien como relaciones transaccionales que se determinan únicamente sobre la base del poder nacional. El resultado más probable de tales acontecimientos —si no se detienen— es una Nueva Era de Catástrofes, a una escala similar a la de la década de 1930, caracterizada por la destrucción económica, ecológica y provocada por la guerra.5 Esto no conducirá a un aumento del dominio de EUA, sino a su declive acelerado, a medida que se socavan aún más la hegemonía del dólar y las instituciones internacionales en las que se ha basado históricamente el poder de EUA. Dentro del propio régimen de Trump, los intentos de Washington de proyectar su poder a nivel mundial solo intensificarán los conflictos internos entre el capital financiero monopolista, con sus intereses económicos globales, y el movimiento nacionalista más estrecho de Trump, Hacer a EUA Grandioso de Nuevo (MAGA por sus siglas en inglés). Todos los intentos de mantener unido a un régimen tan reaccionario requerirán una mayor represión, mientras que el futuro dependerá de la magnitud de la revuelta que esta represión genere, tanto a nivel nacional como mundial. Pulsa aquí o en la foto para bajar el ensayo completo en archivo pdf.
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