Epidemias, Pandemias, Endemias

Combatirlas debe ser un servicio público no sometido a las leyes del mercado y del beneficio capitalista

Alejandro Teitelbaum

La enorme celeridad con la cual se está expandiendo la variante Omicron a escala mundial, vuelve a poner de actualidad la cuestión de la llamada suspensión de las patentes a fin de poner las vacunas al alcance de los habitantes de los países pobres que las han recibido en una proporción entre diez y veinte veces inferior a la población de los países ricos. Siete millones de personas necesitan ayuda alimentaria para vivir, es decir, el 10% de la población francesa, y 4 millones más se encuentran en situación de vulnerabilidad a causa de la crisis.

Esto ha sido posible a causa de las políticas, matices más o menos, de los gobiernos de las grandes potencias y de los líderes de varias organizaciones internacionales(Comisión Europea y otras), que han actuado en sintonía con las Big farma, componiendo una especie de asociación ilícita o mafia planetaria.

Además, a los laboratorios fabricantes de las vacunas  se les garantiza que gran parte de los acuerdos no se divulgarán, así como la conservación del derecho de propiedad intelectual sobre las vacunas  y un margen de maniobra en las fechas de entrega y en los precios.

Muchas personas e instituciones están luchando hace decenios para que se reconozca a los inventos y descubrimientos destinados a mejorar la calidad de vida, en particular la salud de los seres humanos, la condición de patrimonio común de la humanidad.

Pero el gran capital, con su actividad criminal para beneficio exclusivo de los grandes accionistas y con la complicidad de los gobernantes de las grandes potencias y de otras personas e instituciones fieles servidores del sistema imperante, sigue devastando el planeta y provocando la muerte de millones de personas. Tratan de encubrir su actitud criminal enviando cantidades ínfimas de vacunas a los países pobres, entre ellas partidas fuera de uso.

Hay que forzarlos a cesar ya mismo de beneficiarse con la venta de vacunas y otros medicamentos, que deben pasar al dominio público, lo mismo que las tecnologías para su fabricación.


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