EL CAPITALISMO POR DENTRO
Alejandro Teitelbaum
La valoración del capitalismo de Alejandro Teitelbaum es producto de muchos trabajos anteriores, durante décadas, estudiándolo detenidamente como investigador así como un representante social interesado en proteger los derechos humanos de los ciudadanos a través de un marco regulatorio vinculante de la actividad del capital. Regulación nunca lograda por la oposición concertada y sistemática de las cúpulas empresariales globales con el entusiasta respaldo de los gobiernos de las principales potencias. En este estudio Teitelbaum profundiza sobre los aspectos medulares del capitalismo y actualiza el enorme caudal de evidencias sobre sus falsedades y contradicciones. Partiendo de la teoría marxiana de la apropiación del valor del trabajo, Teitelbaum desgrana los principales rasgos del sistema capitalista para exhibir sus contradicciones y arribar a una bien articulada conclusión. Ésta es que el capitalismo es incompatible con la real democracia desde el momento en que su valor supremo es proteger la propiedad privada de los medios de producción, mediante los cuáles se apropia de la plusvalía, en lugar de procurar el bienestar social, como lo es en la real democracia. De tal forma que, argumenta el autor, no es posible reformar al capitalismo para hacerlo compatible con la democracia, sino que se requiere reemplazarlo cambiando radicalmente la esencia del trabajo humano capitalista, en el que el trabajador está al comienzo del ciclo productivo alienado como productor y al final del mismo alienado como consumidor. De lo que se colige que se requiere transitar hacia el verdadero socialismo, mas, afirma Teitelbaum, al contrario a lo sucedido en la Unión Soviética y otras sociedades, la transición al socialismo tiene que ser en un entorno de auténtica democracia plenamente participativa. Esto es, en un entorno en que el único fin de las sociedades sea el bienestar social de todos y cada uno de los rangos de la sociedad al crear riqueza social para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los ciudadanos, según una planificación social y democrática de la producción y de la distribución para la plena realización del ser humano. Esto implica que para que se viva en un entorno de real democracia –y no en la parodia de la llamada democracia representativa– se tiene que construir –en una etapa humana superior– un modelo hasta ahora inédito en el que el ciudadano tiene que llevar la iniciativa y estar involucrado permanentemente en la cosa pública de tal manera que la agenda pública la fijen, con pleno conocimiento de causa, los ciudadanos y que las decisiones tomadas sean el producto de una participación informada y directa de los mismos. Esto es así porque, nos dice Teitelbaum, “el capitalismo ha llegado a un grado de desarrollo y a un cúmulo de contradicciones tal que se ha convertido de hecho en la antesala del socialismo, como forma de resolución de esas contradicciones en una etapa humanamente superior.”
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